El Bar Tienda del Puente Romano

Parres y Cangas de Onís, Asturias

Entre tapas, encuentros y chimenea

Retoma su historia desde el domingo 12 de noviembre de 2017

El interior del Bar Tienda é jalladizu  (es encontradizo)

El Bar Tienda del Puente Romano

Gonzalo Barrena

El 13 de noviembre de 2017 resurgió de su letargo el bar tienda de Pepe el de Joseíto, para los antiguos, o Pepe Carbajal para los que no lo son tanto. A Santina Dosal, su mujer, la pudimos contemplar muchos años más haciendo cuentas a mano sobre el rudo papel de envolver, antes de entregar el género a los clientes. Hay una historia entera por escribir alrededor de las tiendas de ultramarinos, antecesoras inmediatas de la era del Súper.
Las décadas siguientes a la propiedad y teneduría del matrimonio Carbajal fueron tiempos de José Ramón Lanza, quien a mediados de los 70 asumió a la gestión del Mesón y, bien entrados los 90, la tienda-bar de arriba, la que ahora, tras varios años de interrupción, vuelve a emprender el vuelo de la mano de Angelín el del Ventura, como se conoce al de La Prida (San Juan de Parres) por su trabajo en el veterano hotel de Cangas de Onís. La hostelería es un álbum de familia de la sociedad local.
Por eso hay que celebrar la reapertura del colmado y sus barras, donde quedarán impresas las facetas del alma colectiva que están por escribir, en tiempos nuevos, con el siglo y el milenio rampante y una decoración rabiosamente singular.
Es cierto que ya se partía de una escena valiosa, con los anaqueles, los expositores, las columnas, la chimenea… que vieron pasar medio siglo XX si no más. Eso es así. Sin embargo, bien pudo haberse perpetrado una restauración de ésas que no dejan títere con cabeza, y ponen la memoria de los asiduos al borde del colapso. Este país entiende la evolución como borrón y cuenta nueva, tirando por la ventana todo lo que suena a viejo y, entre ello, las piezas de valor. Pero aquí -eso-no pasó.
La puesta en escena de la nueva Tienda del Puente, ha sido obra compartida de Ángel y Carolina, Adriana y la decoradora Mariqui Ortiz, entre un conjunto diverso de escayolistas ejemplares, restauradores de muebles y varias personas con oficio de albañil. Y el resultado está ahí, para comprobarlo, desde el pasado domingo: el éxito, aunque anunciado, acabó superando todas las expectativas, y el nuevo local de Parres-Cangas arranca con un poder de convocatoria digno de análisis. Veamos.
En primer lugar hay que reconocer la oportunidad histórica del emplazamiento. Si arrancó -justo de ahí- un puente romano, mutado en medieval y moderno, y convirtiéndose al cabo en un icono del paisaje cantábrico, el lugar no es cualquiera. Quien se asitie a la par de su arranque cuenta con un padrino estético de envergadura.
Por otro lado, la humilde acera ya prometía en verano, cuando se abarrotaba de gente a la sombra del cambio climático y de su alero. Quizá porque ese suelo siempre fue una posa para las personas en tránsito, detenidas en un momento de coche, de respiro o de espera indeterminada, hasta que alguien rodara hacia Llau, Vallobil, Bada o Avalle. Cuántas mujeres con bolsas de rafia aguardaron sobre la acera al carro, la bicicleta, la vespa o el autobús…de línea.
Luego está el acierto de pensar un bar para los de casa, en una región que a fuerza de mirar para el turista acabó extrañándose a si misma. En los llenazos que siguieron al de la apertura -varios en una semana- hubo siempre una mayoría aplastante de vecinos, mirando y mirándose entre si un poco perplejos, con esa expresión propia de los reencuentros. Oye, ¿qué fue de nosotros?.
Por último, otra de las claves que hace funcionar al local guarda relación con la personalidad de Ángel. Su humanidad radical y el dominio indiscutible del oficio invitan a entrar, invitan a estar. Bienvenida su gente y el nuevo bar, siempre el penúltimo, al presente continuo de nuestra existencia.

Un estilo singular

La decoración del nuevo establecimiento sigue un patrón de gran personalidad. Por un lado ha tenido el acierto de respetar la relación del sitio con el entorno de la pesca, enriqueciéndolo con valiosos retratos históricos.

También ha apostado por combinar de modo innovador elementos de estéticas tradicionales, que se acoplan al marco del establecimiento -muy bien conservado- como viejos amigos de la escena.

De ahí que  la elección de los elementos que construyen el interior del bar,  por su estética contenida, sea uno de los factores responsables del clima cálido del local.

Una nueva oportunidad -en la ciudad de Cangas van surgiendo algunas- de recuperar el camino del buen gusto, un tanto perdido en la vorágine del turismo de masas.

 

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El Sella y el puente sobre el río unen los concejos de Parres y Cangas de Onís.

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