Entrevista
por Gloria Pomarada
Manuel Eduardo Marina, más conocido como Manolo, fue un emprendedor antes incluso de que se acuñara el término. A sus «sesenta y veintidós» años no le falta el sentido del humor ni el ímpetu para seguir compartiendo su experiencia con los jóvenes y su tiempo con los mayores. Precisamente del tiempo ha sido un maestro este piloñés visionario, que repartía eternas jornadas laborales entre su puesto en un banco y la entrega a domicilio de zapatos. De su ingenio nacieron eslóganes como ‘Ponga sus pies en nuestras manos’ o vales de descuento para fijar clientela, técnicas de marketing hasta entonces insólitas en la zona y que revolucionaron el comercio local.
La empresa permanente de Manolo Marina
¿Cómo empezó a vender zapatos por el oriente de Asturias?
Allá por la segunda mitad del pasado siglo, mis padres abren en Infiesto una tienda con el nombre de ‘Eduardo Marina’, que en el lenguaje fiscal de la época se denominaba ‘Comercio Mixto Rural’. Lo formaban tres secciones fundamentales: alimentación, paquetería y calzado, esta última con zapatillas, playeros, deportivas, chirucas, botas de cuero, chanclos, katiuskas, etcétera. El calzado pronto toma el protagonismo, habida cuenta de que mis padres se dejan llevar por mi vocación para ‘calzar al descalzo’. Así incorporamos a nuestra oferta en la tienda la subsección de zapatos y abrimos un almacén de calzado con el pomposo nombre de Centro de Distribución Fabril ‘Centrifal’.
¿Cómo era un día de trabajo?
Mi mujer Mari Carmen atendía la tienda y la preparación de los pedidos con cinco dependientas: Rosalbina, Margarita, Rosa Mari, Manolita y Leonor. Mientras que un servidor, que en el 1972 había entrado a trabajar en la Caja Rural de Asturias, alternaba el trabajo bancario por la mañana con el viaje para la venta de calzado a comercios de Gijón, San Martin del Rey Aurelio, Laviana, Caso, Bimenes, Nava, Villaviciosa, Colunga, Caravia, Ribadesella, Parres, Cangas de Onis, Amieva, Ponga, Onís, Cabrales, Ribadesella, Llanes y Ribadedeva. En Cantabria iba por Unquera, Pesués, Celis, Puente Nansa, Cosío y Rozadío y, en León, Oseja de Sajambre. Es decir, que me tenía que levantar a las seis de la mañana para ir a trabajar a Oviedo y volvía de viaje a las dos de la madrugada, teniendo que pasear a nuestra mascota ‘Bylly’ y cenar. Prácticamente estuve treinta años sin dormir lo necesario, que estoy cobrándolo ahora con intereses de demora, pues no madrugo y si puedo duermo la siesta. Hay que tener en cuenta que tengo sesenta y veintidós años.
A la venta tradicional, aplicó técnicas de publicidad y marketing. ¿De dónde surge la idea y qué resultados dio?
El local comercial en donde teníamos establecido nuestro comercio, en aquellos años de la segunda mitad del pasado siglo, estaba situado en las afueras de Infiesto y por lo tanto muy lejos de los centros comerciales de la villa, a donde acudían todos los lunes, el día de mercado semanal, prácticamente todas las mujeres del concejo. Además teníamos que competir con dos pesos pesados de toda la vida, como eran Casa Tamargo y Casa Mangas, en cuyo mundo del calzado nosotros éramos unos recién llegados. Este cúmulo de circunstancias desfavorables, fue el que me obligó a iniciar una política comercial agresiva, con publicidad remitida por correo, sistemas de ventas como la ‘Libreta de Letras’, ‘Vadessco’ (vale descuento para la próxima compra), venta-regalo (con cada compra un regalo aleatorio) o regalo de lotería de Navidad con las compras. Todo ello se complementaba con los eslóganes que se me ocurrían, como ‘Zapatos para los pies, pensados con la cabeza’, ‘Un hombre, un boto’, ‘Precios locos, para gente cuerda’, ‘Ponga sus pies en nuestras manos’, ‘Cuánto mejor se camina con zapatos de Eduardo Marina’, etcétera. Los plasmaba en anuncios murales que colocaba en todos los árboles bien situados y visibles del concejo. Y lo cierto es que, o bien porque la publicidad estaba bien estructurada o porque los demás comerciantes del ramo permanecían poco activos en estos menesteres, conseguimos ser el comercio que más vendía de Piloña.
¿Algún cartel o eslogan que recuerde con especial cariño?
‘Mucho aroma, buen sabor. Café Marina es el mejor’, porque fue el primero que se me ocurrió.
¿Qué extrajo de aquella experiencia?
Dada mi timidez congénita, el trabajo en la tienda, el viaje vendiendo calzado y mis responsabilidades en la Caja Rural, me ayudaron a desenvolverme con soltura en el mundo comercial, laboral, social y lúdico.
¿Qué es para usted un emprendedor?
Una persona que se ilusiona con un proyecto, al que aporta todo su saber y entender, además de sus recursos, una dedicación sin límites de tiempo y que no siente el cansancio físico estimulado por la idea fija de llegar a la meta. Yo como estuve muchos años realizando dos jornadas de trabajo, por la mañana el bancario y por la tarde-noche, el viaje con el calzado, ahora a los sesenta y veintidós años, me mantengo en activo con mi pertenencia al Grupo de Teatro Ensin Reparu de Sevares, mis colaboraciones en La Crónica de Piloña, mis charlas en la Residencia de Ancianos de Infiesto, mis visitas a la Residencia de Ancianos del Sueve (Cerecea) para llevarles revistas y la presidencia de la Peña Infiesto-Bolos, donde tenemos un taller infantil semanal. Todo ello demuestra que tengo una agenda muy recargada. Es decir, que no paro desde que me levanto hasta que me acuesto. Lo que no me atrevo a dejar claro es a la hora en que me levanto.
¿Cómo ve la situación en el oriente para emprender nuevos negocios? ¿Podría ser una vía para fijar población joven?
Quizá llegó la hora del viaje de vuelta de la ciudad al campo o por lo menos del freno del éxodo rural, como contrapartida del viaje de ida de hace algunas décadas. El mundo de la hostelería y las casas rurales, aprovechando el boom del turismo; la constitución de cooperativas para afrontar los trabajos forestales, agrícolas, ganaderos y fabriles de productos del campo, como avellana, manzana, leche, carne, madera; o los servicios de serenos y de limpieza de escaparates podrían generar puestos de trabajo y fijar población.
Eslóganes
A mediados del siglo XX, los paodres de Manolo Marina abren en Infiesto un Comercio Mixto bajo el nombre “Centrifal”
Los lemas y sus avanzadas técnicas de venta lo convrtieron en un referente de su época.
Ponga sus pies en nuestras manos
Zapatos para los pies, pensados con la cabeza
Un hombre, un “boto”
Precios locos, para gente cuerda
Cuánto mejor se camina con zapatos de Eduardo Marina
Mucho aroma, buen sabor. Café Marina es el mejor